pero Amor, eres tú,
y parece mentira que no lo sepas.
Te quiero –te digo.
Te creo –contestas.
Y entonces todo tiente sentido.
Como cuando te explico
que todo aquello del dolor
era un juego peligroso y adictivo
al que acabé suplicando de rodillas
para que no se fuera
aunque nunca llegase a existir.
Como cuando te digo
que desde que tú,
por fin soy yo,
sin máscaras ni aditivos,
y que por eso ya no necesito matarme
sino vivirte
para saber qué es la vida
y qué la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario