SE HACE CAMINO AL ANDAR

Primer paso.
No sé como fui tan estúpida de pensar
que, tú,
la misma persona que me rompió en mil pedazos,
iba a ser capaz de juntarlos todos de nuevo.
Yo me pasaría por el laringólogo un día de estos
porque parece que el canto de sirena no te está funcionando demasiado bien,
que la flecha de Cupido ha encontrado una manera de desclavarse
sin causar muchos desperfectos,
y Afrodita parece que ya se ha cansado de pedir auxilio
después de tantos días como rehén.

Segundo paso.
Estoy tirando todas tus cosas
(aunque es irónico,
porque si me tomase el "todo" al pie de la letra,
yo también acabaría en el vertedero.
Ya sabes que fui más tuya que de nadie)
La de mierda que acumulaste, ¿eh?
Tus discos de Extremo.
Tu sudadera gris.
Las entradas del concierto de Vetusta y Supersubmarina en Logroño,
y tus ganas de intentarlo.
Eso también te lo dejaste.

Tercer paso.
Tus ojos se ven un poco más claros desde aquí
y te juro que me estoy aguantando las ganas
de partirte la camisa
y sacarte a bailar.
Pero tú siempre fuiste más de mirar un movimiento de caderas ajeno
que de arrastrarme al medio de bar y proclamarme reina,
de la pista,
o de tu vida.

Cuarto paso.
Me estoy mordiendo el labio
porque como me descuide un poco
voy a acabar haciendo lo mismo con los tuyos.
Ya no dueles.
No como antes.
No sé si son estas luces,
o tus pecas,
o que tienes un botón de la camisa desabrochado,
pero joder,
estás precioso.
Cualquiera diría este desastre está firmado con tus iniciales.

Quinto paso.
Ya se ve el fondo del precipicio
y desde arriba no parece tan malo.
Me parece increíble
la de gilipolleces que tengo que escribir
para llamar tu atención.
No te estoy pidiendo que me salves de la caída
porque sé me lo he buscado yo solita,
solo que coloques algunas colchonetas
y prepares café,
pero que esta vez no se enfríe tan rápido como todas las demás.

MARTA AGUADERO